Las largas temporadas de pesca ,coincidían con las fechas de vacaciones escolares,de ahí que las salidas eran muy frecuentes,pero también dependía del factor climatológico.En esta etapa de mi vida fue cuando,empecé a relacionar la influencia que ejercían unos factores, y como podían condicionar el éxito o fracaso en nuestras salidas.
Empezamos a alternar los días de pesca en el espigón,con salidas en una neumática de tres metros con un motor de 8cv.Salíamos desde Punta Umbría con la Zodiac en el techo del vehículo,y nos desplazábamos hasta La Antilla, playa del término del pueblo de Lepe,para desde allí,acercarnos al pesquero que se encontraba mucho más próximo.En mis primeras salidas por aquella zona,coincidía con Raul ,un gran maestro del curricán que por aquellos tiempos, era el mejor conocedor de aquellos fondos.Sin haberse sumergido jamás, conocía por sus marcas de tierra(se toman mínimo dos referencias de la costa y se hacen coincidir en el lugar que queremos marcar)cada piedra ,la profundidad a la que se encontraba (para no enganchar los señuelos)cada una, y cuando casi nadie lo hacía,ya pescaba robalos con la Jensen Pirken y al curri con frecuencia.
Esta zona tenía todo lo que le gusta al robalo,poca profundidad entre cuatro y nueve metros,losas grandes que formaban una cordillera muy larga orientada nordeste-suroeste,con los exteriores de arena, y mucha vida en ella.Las mañanas de viento norte fuerte ,nos desplazábamos a esta zona para aprovechar que el agua se aclaraba desde la orilla hacia la parte más profunda y los robalos pasaban a toda velocidad comiendo a un palmo del fondo,era casi imposible acertarles con el fusil.Cuando tu ves los robalos en plena acción te das cuenta que es de los peces más maravillosos que existen,para mi son la imagen de la perfección en el medio marino.
Tras el paso de los temporales,nos desplazábamos a la zona, pero nuestro objetivo era distinto.Los sargos de 1kg a 1,5kg se acercaban de noche a la orilla para alimentarse de almejas chirlas,y durante el día descansaban en alguna de estas losas huecas.Recuerdo como soñaba con esos bancos de sargos, que formaban una pared a nuestro alrededor,todos curioseando practicamente rozándose con nosotros .
Budi Pepe y Angel fueron en esta etapa de mi vida, mis fieles compañeros de aventuras,incluso algunas veces Manoli, que era en aquella época mi novia,se acoplaba al grupo y nos ayudaba desde la embarcación.Ella ha sido una parte muy importante de mi vida, y a contribuido mucho soportando el peso de mi dedicación.
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